No siempre aquello que se desea es lo que más conviene. Tras cada fracaso se descubre una nueva oportunidad.
A menudo la sensación de fracaso puede hacernos sentir impotentes. El rechazo social al concepto de fracaso produce mecanismos de defensa que muchas veces llevan a no aceptarlos, a cometer errores, a no hacerse cargo de ellos ni a profundizar en sus causas ni menos a repararlas. Por un lado, deseamos que las cosas fueran diferentes pero carecemos de la fuerza necesaria para ver el lado positivo de cuanto nos sucede. De algún modo, la idea de que las cosas pueden cambiar sin que las controlemos o que los resultados que esperábamos pueden necesitar más tiempo nos produce ansiedad e inseguridad. Quizás por esta razón lo más importante en tales circunstancias es intentar cambiar el punto de vista y dejar de medir las cosas en términos de ganancias o pérdidas. Valorar la experiencia en sí misma implica pararnos a observar hasta donde lo que siempre hubiéramos considerado como un “fracaso” puede acercarnos con mayor rapidez hacia nuestros verdaderos objetivos. Aceptar el fracaso es darse una nueva oportunidad.
Valora tu presente.
Ten en cuenta que la sensación de sentirte atascada frente a un fracaso suele asociarse más al pasado que a las posibilidades que brinda el presente.
No te juzgues.
Si lo haces, minas tu autoestima. Las comparaciones y generalizaciones de responden más a la opinión de otros que a tu voz interior.
Aprende de los errores.
Disfruta de todas las experiencias e intenta no apresurarte en evaluar los acontecimientos. Si te has equivocado, aprende de ello.
Piensa en positivo.
Si un nuevo proyecto o tarea te asustan, cierra los ojos e imagínate superándola, deja que la mente disfrute de la sensación de superación personal. Al abrir los ojos, habrás ganado confianza en ti misma y reforzado tus pensamientos.
No te impongas límites
en la búsqueda de nuevos caminos que pueden serte útiles para transformar tu vida. Todo fracaso contiene el germen de un cambio y ayuda a dejar atrás viejos modelos que nos obligan a responsabilizarnos quizá más de lo necesario.
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