Tras la pérdida de un ser querido

Tras la pérdida de un ser querido

La vida es tan tenaz, tan bella, tan poderosa que incluso desde los primeros momentos de la pena te permite gozar de instantes de alegría: el deleite de una tarde hermosa, una risa, una música, la complicidad con un amigo. Se abre paso la vida con la misma terquedad que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza. Pero al mismo tiempo la pena también sigue su curso. Y eso es lo que nuestra sociedad no maneja bien: enseguida escondemos o prohibimos tácitamente el sufrimiento.

(“La ridícula idea de no volver a verte”, Rosa Montero)

¿Qué entendemos por duelo? El duelo del latín dolos (dolor), es la respuesta emotiva a la pérdida de alguien. La pérdida de un ser querido provoca una serie de reacciones o sentimientos, que nos hace pasar por un período que llamamos duelo. Un proceso normal de duelo implica una gran cantidad de dolor y emociones negativas.

Las fases del duelo (etapas por las cuales transcurre el proceso de recuperación) son muy parecidas a las etapas por las cuales una herida pasa hasta que queda la cicatriz. Estas no tienen porque ser consecutivas y lo más probable es que sean un continuo ir y venir de una a otra, hasta que la persona va consiguiendo un nuevo equilibrio y una aceptación de su nueva realidad.

1. Etapa de incredulidad

La persona no cree lo que le ha pasado, se cree que no es real y puede funcionar como si nada hubiera sucedido. Incluso puede aparecer ante los demás como si aceptara plenamente la situación.

Continua con su trabajo y ocupaciones domésticas como si el acontecimiento no hubiera ocurrido.

Esta fase es un mecanismo de defensa que nos  protege ante la amenaza de un dolor psíquico insoportable, y como tal habrá que aceptarlo y respetarlo.

2. Etapa de rabia, agresividad

Esta etapa es muy frecuente. Muchas veces esa rabia y/o agresividad va dirigida hacia aquellos a quienes se considera responsables de la pérdida aunque también se puede volver hacia uno mismo en forma de autorreproches, pérdida de la seguridad y autoestima.

Es relativamente frecuente que el doliente tenga ilusiones o pseudoalucinaciones en las que parezca haber oído o visto al difunto. Es importante tranquilizarle y hacerle ver que no hay nada que temer.

Es un período de cierta desorganización. La persona angustiada puede llegar a la confusión, perder la memoria y sentirse aislada y desconectada de un mundo donde otras personas siguen actuando como si nada hubiese sucedido.

3. Etapa de desesperanza

El doliente va tomando conciencia de que la persona fallecida no volverá. Se experimenta una tristeza profunda que puede ir acompañada de accesos de llanto incontrolado. Los sentimientos predominantes son de vacío y soledad.

La persona va entendiendo la ausencia como permanente y le hace reconocer la necesidad de adaptarse y modificar los patrones de conducta.

4. Etapa de reorganización

Se van adoptando nuevos patrones de vida sin la persona fallecida y se van poniendo en funcionamiento todos los recursos de la persona. Se intenta reanudar la vida social. Van perdiendo intensidad los sentimientos de dolor, miedo y cólera y se va desarrollando una  creciente aceptación interna de la pérdida.

No existe un punto final del duelo pero podremos deducir que ha concluído cuando el dolor intenso es sustituido por el recuerdo afectuoso y tranquilo del pasado, cuando el pesar se transforma en recuerdo entrañable.

La duración del proceso de duelo, en nuestro medio, suele ser de uno a dos años y se ve influido por  mayor o menor grado de afectividad que tenía la persona fallecida con el doliente, así como por otros aspectos como la situación social, económica, laboral, etc.

Un duelo adecuadamente elaborado mejora las capacidades futuras para enfrentarse a las situaciones de pérdida, frustración o sufrimiento. Una pérdida no elaborada puede dar paso a problemas emocionales y trastornos psicopatológicos al cabo de meses o incluso años. Es el momento de buscar ayuda profesional.

Desde el modelo de Procesamiento  Adaptativo de la Información* en el que se encuadra el trabajo con EMDR, el duelo complicado tiene lugar cuando los factores individuales son tan dolorosos que se desarrolla una alta sensibilidad cada vez que se revive un fragmento del recuerdo y no se logra la integración.

Plantea la existencia de un sistema fisiológico innato de aprendizaje, que permite al cerebro procesar la información de las experiencias e integrarlas de una forma adaptativa en las redes de memoria, y que constituyen la base de nuestros pensamientos, emociones, actitudes y conductas.

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